jueves, 23 de febrero de 2017

Bolas de Berlim (portuguesas)








Volviendo a la repostería portuguesa, hoy le toca a las berlinesas o Bolas de Berlim en portugués. Calóricas y prohibitivas donde las haya pero deliciosas, y si encima están calentitas, con un café, ya es para poner los ojos en blanco.

No es que sea precisamente un postre del país vecino, -que no lo es-, pero se pueden encontrar en muchas pastelerías portuguesas.
Las más irresistibles son las de  Casa Natario en Viana do Castelo. La gente hace cola, bien larga a veces, para degustarlas y siempre tienen el local lleno. Mi hermana, mi prima y yo, de vez en cuando, hacemos una tarde de shoping, "tarde de primas" como le hemos dado en llamar, y nos escapamos allá las tres, con bolas de Berlim incluídas, por supuesto. Es obligatorio.

Era una de mis recetas pendientes y por fín le tocó. Seguí casi al dedillo la receta del blog "El invitado de invierno", que me gusta mucho y del que siempre aprendo algo. Hice pocas, por si las moscas, no fuera a ser que tuvieran que ir directamente a la basura, -no confiaba mucho en el resultado-, pero nada de eso, volaron en un pis pas. 

Voy a tener que ponerme seria y frenar con los dulces, ya me aprieta el cinturón.....


Prefermento:

100 ml de leche
100 gr de harina
1 gr de levadura fresca

Masa final
 200 gr de harina de fuerza
30 gr de azúcar
2 huevos medianos
1 cdta de esencia de vainilla
1 cda de ron
1 pizca de sal
60 gr de mantequilla ablandara
Aceite de oliva suave o girasol para freir
Azúcar y canela para espolvorear
  
Preparar el prefermento mezclando la leche tibia con la levadura y seguidamente añadir la harina. Dejar reposar hasta que fermente (3 ó 4 horas mínimo o toda la noche).

También se puede hacer sin el prefermento. En ese caso se deben poner 5 gr de levadura.

Yo lo hice directamente. Mezclé todos los ingredientes poniendo la mantequilla al final de todo. Lo amasé en la panificadora hasta que todos los ingredientes estuvieron bien integrados y la masa ya no estaba pegajosa. Si se amasa a mano es la misma historia, únicamente es que hay que pasar por la fase del pegote en todos los dedos, yo preferí ahorrármelo. La panificadora es ideal para ese menester.

Seguidamente hice una bola con la masa y la dejé reposar en el horno precalentado a 40º como una hora.

La amasé de nuevo para desgasificarla y formé las bolas. Las coloqué una a una en la bandeja y las llevé al horno de nuevo a seguir levando hasta duplicar su tamaño.



Entre tanto preparé la crema pastelera tal como la podéis ver en esta otra receta aquí y la dejé enfriar.

Cuando las bolas estuvieron listas, puse al fuego un recipiente hondo lleno de aceite de oliva suave. 


Es importante poner pocas cada vez y que el aceite las cubra por completo al freírlas. Tuve que ayudarme de una cuchara para mantenerlas cubiertas porque tienden a subir a flote todo el rato. Fui dándoles vueltas para que se hiciesen por igual por toda su superficie.



No hay que calentar demasiado el aceite o las bolas quedarán crudas por dentro, así me pasó con alguna pero eso fue por no tener paciencia y sacarla del aceite demasiado pronto. Luego ya me aprendí la lección.

Cuando ya estuvieron fritas, las puse en una fuente con papel absorbente para eliminar el exceso de aceite. Las rellené con la crema pastelera, valiéndome de una manga con una boquilla alargada, haciéndoles un agujerito por debajo y seguidamente las rebocé en azúcar mezclado con canela.





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