Pasada la vorágine de roscas, roscones, torrijas, buñuelos y demás dulces típicos de la Semana Santa toca ser buenos y pasar ipso facto a la dieta otra vez ¿no?
Pues va a ser que no. Hoy, cuando llegué a casa después del trabajo, me apetecía muchisísimo un trocito de bizcocho con un café para merendar. Yo eso de las cinco comidas lo llevo a rajatabla y hoy, como no tenía clase, disponía de mucho más tiempo, así que se me ocurrió hacer un mug cake o "bizcocho en taza", así no me sobraría nada (y por tanto no me volvería a tentar) y sería suficiente para quitarme el gusanillo.