martes, 13 de diciembre de 2016

Roscos de vino







Vamos pues con la Navidad de este año:

Una de las recetas típicas y de casi todos conocida es la de los roscos de vino, un dulce tradicional que no debe faltar en nuestra mesa en estas fiestas. Son de fácil elaboración y están riquísimos, más todavía si los dejáis reposar uno o dos días.

Tradicionalmente se hacían con manteca de cerdo pero la receta ha ido evolucionando y la manteca fue sustituida por el aceite de oliva virgen extra que es mucho más sano y junto con el vino moscatel les da un sabor delicioso.

Debéis ponerle un buen aceite, yo he utilizado un aceite extremeño, de una cooperativa de Guareña (Badajoz) que es gloria bendita y un vino moscatel de Málaga denominado "Sublime" muy aromático. Eso y las especias (anis estrellado triturado, sésamo tostado y canela) dan como resultado el sabor típico e inigualable de este dulce tan navideño.


Ingredientes:

500 gr de harina normal
220 gr de azúcar
200 gr de aceite de oliva virgen extra
150 ml de vino dulce moscatel
1 cucharadita de anís en grano molido
1 cucharadita de canela
1 cucharadita de sésamo tostado
1 cucharadita de Royal
Azúcar glass a discreción

Preparación:

Lo primero será desahumar el aceite, para ello lo ponemos en un cazo al fuego con unas peladuras de limón hasta que éstas se vayan tostando un poco, en cualquier caso sin que el aceite llegue a humear. Cuando esté listo lo retiramos del fuego, y dejamos enfriar.


En un bol echamos la harina, las especias, la levadura y el azúcar. Mezclamos un poco y seguidamente añadimos el vino y el aceite.




Seguimos mezclando todo hasta que los ingredientes se integren bien. Pasamos la mezcla a la encimera y amasamos con las manos un poco hasta que la masa esté flexible. Si vemos que necesita un poco más de harina, se la vamos añadiendo.




Cuando esté lista la estiramos con un rodillo y cuando tengo más o menos un centímetro de espesor vamos haciendo los roscos con un cortapastas redondo y el agujero central con un descorazonador de manzanas o, si no tenéis, os puede valer un tapón pequeño de una botella de agua.




Los vamos pasando a una bandeja de horno cubierta con papel vegetal.

Los horneamos a 180º durante unos 20 minutos o hasta que veamos que empiezan a dorarse.


Cuando estén listos, los sacamos del horno, dejamos enfriar un poco y en cuanto podamos manipularlos sin quemarnos los dedos, los rebozaremos generosamente en azúcar glass por todas partes.




Dejamos que acaben de enfriar y los guardamos en una caja metálica o un bote hermético donde se conservarán estupendamente una semana.





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